Navegaciones

Navegaciones

El barco partió.

Otra vez el tiempo muerto los unía en la desolación del mar. Tanta mansa espera para conseguir su objetivo. Los peces tratando de huir de la red. Y ellos, del mundo. Ninguno escapará. Pero al menos los peces acabarán rápido con su sufrimiento. Sólo un rato de agonía. Ellos, en cambio, se entretendrán con algún truco o alguna generala.

Más veces será el truco. Hay días en los cuales jugar a los dados en el barco es casi imposible. Hay días en que vivir en el barco cuesta. Pero se vive. De vez en cuando, incluso puede verse una sonrisa entre las arrugas de esas caras curtidas por la sal y el sol. Y aunque nada escasea más, un “vale cuatro” ganado puede generar el milagro de explicitar una latente sonrisa. Estando a bordo, a veces, se vence lo imposible.

Hay días en que se gana. Y en esos mismos días, se pierde. Como todo en el mundo, por todo ganador otro lamenta su pérdida. El famoso equilibrio taoísta. Pero sin saber nada de filosofía oriental, en el barco nadie duda de esta balanza invisible.

Uno se acuerda de su mujer, otro de su madre, y los que quedan ya no recuerdan nada. Consideran la resignación el mejor remedio. No se puede ser nostálgico ni melancólico. Es peligroso.

Después de algunos días en el mar, muchos vuelven a esas creencias que, a medida que se acercan al puerto, se desvanecen. La fe en el barco es directamente proporcional a la distancia a tierra. Algunos dicen que hay un culto especial en el barco aunque nadie se atreve a revelarlo. Otros dicen que son sólo rastros de culturas primitivas.

Lo cierto es que es un culto al mar, con temor y a la vez con esperanza en él. Aun en tiempos modernos, todavía algunos buscan una sirena en el horizonte. Hombres rudos que sienten miedo frente a las historias de monstruos marinos. Leyendas, mitologías y brujerías que viven, y se reproducen en voz baja, en frías noches de alcohol y quietud inquebrantable.

Hombres que miran el cielo buscando la señal que podría quitarles la vida. Pero aunque sientan que la vida a bordo no es fácil, cuando están en tierra por un tiempo, se dan cuenta, que nunca podrán ser felices, si es que alguna vez lo son, si no están con su amor: el mar.

— FIN —

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6 opiniones en “Navegaciones”

  1. Chale, que triste, carnal. Triste pero neta, y hay que seguir escribiendo pues ya no cualquiera, o más bien todos, pero ninguno toca sentimientos como algunos pocos.

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