Irán: El país que más periodistas tiene en prisión.

Con aproximadamente 40 periodistas en prisión actualmente, Irán superó a China como el peor carcelero de trabajadores de los medios del mundo, informan Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Committee to Protect Journalists (Comité por la Protección de los Periodistas, CPJ).

Al menos 30 de los periodistas fueron arrestados tras las elecciones, junto con miles de manifestantes. Con una oleada de cinco arrestos tan solo en las últimas dos semanas, el régimen iraní no muestra signos de menguar en su búsqueda para silenciar las voces críticas después de lo que se considera ampliamente como una elección robada.

La suerte de los periodistas encarcelados sigue siendo incluso más peligrosa después de la sentencia de ocho años al periodista Saeed Matin-Pour en junio, según informaron RSF y CPJ. Un periodista del “Yar Pag” y “Mouj Bidari”, Matin-Pour‎ fue condenado por tener “relaciones con extranjeros y hacer propaganda en contra del régimen”.

También está detenido en la famosa cárcel de Evin, donde el prisionero de 19 años Sohrab Arabi fue torturado hasta morir el 11 de julio.

La mayor parte de los periodistas fueron enviados a lugares secretos desconocidos para sus familias y pocos han sido acusados oficialmente de lgo, informa RSF. “En casi todos esos casos, no se permite a los prisioneros recibir visitas y sus abogados no tienen acceso a sus expedientes”; dice la organización.

Aunque las leyes internacionales e iraníes exigen que se lleve rápidamente a los detenidos ante un juez que revise el motivo de su arresto, este derecho queda anulado con frecuencia por un artículo del Código Penal que permite que los prisioneros queden detenidos indefinidamente sin cargos en casos relacionados con la “seguridad nacional,” según Amnistía Internacional.

Periodistas y activistas extranjeros también han sido víctimas de redadas tras la represión que azota Irán. Entre ellos está Maziar Bahari, quien tiene doble ciudadanía canadiense e iraní y es el corresponsal de “Newsweek” que ha estado detenido sin cargos desde el 21 de junio.

Hoy, 15 de julio, se envió al Gobierno iraní una petición firmada por más de 100 reconocidos periodistas de 47 países que pide la liberación inmediata de Bahari. La petición fue compilada por CPJ, Índice de la Censura y Periodistas Canadienses por la Libertad de Expresión. Los grupos planean ampliar la campaña la próxima semana y agregarán otros nombres.

En una supuesta confesión, que fue reportada por la agencia de noticias Fars de Irán, el periodista de 42 años culpó supuestamente a los medios occidentales de los motines postelectorales.

Según Human Rights Watch, las autoridades de Irán están usando interrogatorios prolongados, golpes, privación del sueño y amenazas de tortura para obligar a ciertos detenidos a confesar crímenes falsos, que con frecuencia se alinean con el punto de vista no demostrado de Irán de que las protestas tras las elecciones estuvieron respaldadas por potencias extranjeras.

Lost: El dedo gordo

Sigo compartiendo análisis sobre mi serie preferida: Lost. En este caso, un artículo del blog Linkillo de Daniel Link.

Lost coquetea con la erudición como parte de su dispositivo narrativo. Tiene, en ese y otros muchos aspectos, un antecedente célebre: El arco iris de gravedad de Thomas Pynchon. Como aquella novela insoportable (y por eso mismo memorable) moviliza todos los saberes para decir sencillamente que no sirven para nada, porque lo que siempre brilla (por delante o por detrás) es un conflicto primitivo entre lo ctónico y lo pneumático (entre la autoctonía, que nos devuelve siempre al barro del que alguna vez salimos, y la poiesis y su movimiento ascensional), se trate de Jacob y Esaú, como parece ser, o (más metafóricamente) de Osiris y su hermano Seth, figura de la fuerza bruta, de lo tumultuoso y de lo incontenible, patrón de las guerras, la tormenta y la violencia, fundador de los oasis en el desierto al que había sido condenado para siempre.

Todo lo que sucede en Lost (la guerra, en primer lugar) se ordena en relación con ese conflicto primitivo entre lo que domina el cielo (Osiris, el avión de Oceanic) y las fuerzas de la tierra (campos magnéticos, pozos subterráneos), que coinciden en el mismo dedo del pie que, en su momento, había llamado la atención de Bataille (“El dedo gordo“), de Freud, antes que él, y de Derrida, mucho después. Ese dedo que le falta a la estatua de Tueris (o Sobek o Seth, importa poco) en cuyos sótanos vive y ¿muere? Jacob (“No sé que es más inquietante, que le falte el resto de la estatua o que tenga sólo cuatro dedos.”, Sayid en “Live Together, Die Alone – Part 1).


Por supuesto, no es precisamente el dedo gordo lo que faltaría de ese pie sobreviviente, pero faltando un dedo, queda claro, lo que se ha perdido es lo que separa al hombre del animal: la máquina antropológica.

Así, Lost se postula como la narración del final de los tiempos y del más allá de la Historia, y se interroga cómo y por qué, habiendo ya perdido la humanidad sus rasgos y sus propiedades (habiendo desaparecido el “ser humano” como tal), la guerra, la violencia y la destrucción siguen existiendo. ¿En qué se funda esa supervivencia que ha perdido ya toda posibilidad de funcionar en relación con un “progreso” que, a todas luces, para los guionistas de la serie, ya ha cesado?

Como en El arco iris de gravedad, se parte también en Lost de vastas e improbables hipótesis científicas que, de pronto, conectan (de acuerdo con sistemas de agenciamientos un poco demenciales y que son capaces de impacientar a los seguidores más fieles) con mitologías olvidadas, divinidades insepultas y conflictos primitivos sobre los modos de aparición y de organización de lo viviente.

Por eso, Lost no ha escatimado ni uno solo de los motivos de interrogación de las formas-de-vida: las comunides utópicas (es decir, inoperantes), el buen salvaje, las conspiraciones, los modos de la reproducción, la isla desierta, la familia, las instituciones y las líneas de mando, los Estados “enemigos” del Imperio (Corea, Iraq), los órdenes aberrantes (desde los “seis grados de separación” hasta los números de Erdös), los enfrentamientos.

No sabemos cómo se resolverá la historia, pero lo que sí sabemos es que, narrativamente, en la guerra entre la autoctonía y la poiesis, triunfan el desorden y el tumulto, las tormentas temporales (prolepsis y analepsis), lo monstruoso y los laberintos, en los cuales el loophole barroco (rulo espacio-temporal) que finalmente encuentra el enemigo de Jacob es el mismo a través del cual se cuela la historia que llega hasta nosotros para decirnos que, aunque no haya Historia, horrenda paradoja, siempre habrá guerra.

Carta de la familia de Juan Castro

El ex psiquiatra de Juan Castro, Rubén Lescano, aseguró en una presentación judicial que el fallecido periodista fue abusado por su padre cuando era chico, intentando evitar que este pueda ser querellante en el juicio en su contra por mala praxis.

Su familia difundió hoy una carta donde responde las acusaciones.

REACCIONARIOS, PRIMITIVOS Y PELIGROSOS.

Lo único cierto y probado en tribunales en relación con la muerte de mi hermano JUAN CASTRO, según la causa penal, es que el psiquiatra Rubén Lescano está procesado.

Esto significa que hay semiplena prueba de su responsabilidad directa en la muerte de Juan por mala praxis.

Dicha causa en forma inminente subirá a juicio oral. Donde Rubén Lescano y los demás coautores llevan todas las de perder.

De la simple lectura de la causa penal promovida por nosotros (la familia de Juan) surge una cadena causal de malas praxis que incluye a 5 médicos además del propio Lescano.

La estrategia de Rubén Lescano es apartar a la familia de la causa penal, pues sabe que con nosotros tiene todas las de perder. Pues hemos sido nosotros quienes durante todos estos largos 5 años junto a mi colega PABLO JACOBY hemos reclamado justicia en forma infatigable e intransigente.

La estrategia de Rubén Lescano y sus abogados es de un primitivismo atroz.

Una aclaración que siquiera vale la pena hacer: Yo compartí en nuestra casa familiar todos los días y las noches de Juan, toda su niñez, infancia y adolescencia. Nosotros conocíamos el día a día de Juan. Absolutamente NADIE, reitero en forma categórica, NADIE jamás abusó de Juan, ni física ni psicológicamente dentro del ámbito familiar.

Con su estrategia reaccionaria, Rubén Lescano y sus abogados, con un caradurismo ramplón absoluto, no solo faltan a la verdad, sino que vuelven “ELLOS” a abusar de Juan y desde la forma más espantosa: atacan su orientación sexual desde un lugar de absoluta discriminación.

Juan no solamente era GAY, sino que además en algún momento de su historia como adulto, decidió valientemente “salirse del closet” públicamente, en momentos en los que aún los medios de comunicación nacionales eran mucho más pacatos, conservadores y reaccionarios que ahora.

Mi familia siempre respetó e hizo propia la orientación sexual de Juan.

Juan era además de nuestro hermano, un re buen tipo.

Estos intolerantes y reaccionarios con los que nos toca lidiar, como así también los medios que les dan aire sin siquiera hacerles una repregunta crítica, no solo nos atacan cobardemente a él y a nosotros, atacan con estas falsas ideas y premisas a toda la sociedad en general y en particular al colectivo GLBT, al hacer creer o suponer teorías cavernarias que apuntan a crear imaginario social y sentido común reaccionario en cuanto a los supuestos orígenes demoníacos de las orientaciones sexuales de las personas.

Vergüenza debería darles.

Es por esto que no solamente la familia de Juan seguirá avanzando con las causas penales en forma infatigable, sino que además evaluamos seriamente plantear una denuncia ante el INADI.

ue los responsables de su muerte sigan discriminándolo aún muerto es para nosotros INTOLERABLE.

HUGO CASTRO FAU