Pasional (1951)

El tango preferido de mi abuela y una de las mejores letras a mi humilde parecer…
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Musica: Jorge Caldara
Letra: Mario Soto

No sabrás, nunca sabrás
lo que es morir mil veces
de ansiedad;
no podrás nunca entender
lo que es amar y enloquecer.
Tus labios que queman,
tus ojos que embriagan
y que torturan mi razón…
Sed que me hace arder
y que me enciende el pecho de pasión.
Estás clavada en mí,
te siento latir
abrasador de mis sienes,
te adoro cuando estás y
te amo mucho más
cuando estás lejos de mí.

Así te quiero, dulce vida de mi vida..
Así te siento, sólo mía, siempre mía…

Tengo miedo de perderte,
de pensar que no he de verte…
¿Por qué esa duda brutal?
¿Por qué me habré de sangrar,
si en cada beso te siento desmayar?

Sin embargo me atormento
porque en la sangre te llevo;
y en cada instante, febril y amante
quiero tus labios besar.
¿Qué tendrás en tu mirar,
que cuando a mí tus ojos levantas
siento arder en mi interior
una voraz llama de amor?

Tus manos desatan caricias que me atan
a tus encantos de mujer…
¡Sé que nunca más podré
arrancar del pecho este querer!

Te quiero siempre así…
estás clavada en mí
como una daga en la carne
ardiente y pasional
y temblando de ansiedad
quiero en tus brazos morir.

Los días en que todo sale al revés.

¿No te pasó que un día te levantás y no te sale nada como esperabas?
Hoy fue un día de esos.
De tempranito nomás empezó la cosa, y más tarde cuando iba avanzando el día las cosas empeoraban.
Y cuando parecía que nada podía ser peor, lo fue.

Podrido volvía a casa, y frente a mi auto una morocha, de unos veintipico, ni fea ni linda, puteaba porque no podía cruzar la calle. Y a mí que daba igual llegar antes que después, detuve mi auto, y con él el tránsito, y le hice señas para que cruce.

Y la morocha que no era ni linda ni fea, sonrió. Y por unos segundos me olvidé de todo y yo también le regalé mi única sonrisa del día.

Fabulas – Eduardo Galeano

Proverbios

Un viejo proverbio enseña que mejor que dar pescado es enseñar a pescar.
El obispo Pedro Casaldáliga, que no nació en América pero la conoce por dentro, dice que sí, que eso está muy bien, muy buena idea, pero ¿qué pasa si nos envenenan el río? ¿O si alguien compra el río, que era de todos, y nos prohíbe pescar? O sea: ¿qué pasa si pasa lo que está pasando?
La educación no alcanza.

Armada mía

Juan Antonio Medina estaba sentado en su casa, viendo televisión.
La publicidad no le había merecido nunca una opinión muy favorable, que digamos; pero escuchó un anuncio que se abría con una frase que no estaba nada mal:
-Mujer amada es mujer segura.
Las imágenes que seguían eran revólveres y pistolas de menudo tamaño, dagas de resorte, pulverizadores que dejaban al enemigo frito en el suelo y otros adminículos portátiles, de tamaño adecuado para la cartera de la dama en tiempos difíciles.
Entonces, Juan Antonio se dio cuenta de que había escuchado mal. El anuncio había dicho:
-Mujer armada es mujer segura.

La comunidad internacional

El pollo, el pato, el pavo, el faisán, la codorniz y la perdiz fueron convocados y viajaron hasta la cumbre.
El cocinero del rey les dio la bienvenida:
-Os he llamado -explicó- para que me digáis con qué salsa queréis ser comidos.
Una de las aves se atrevió a decir:
-Yo no quiero ser comida de ninguna manera.
Y el cocinero puso las cosas en su lugar:
-Eso está fuera de la cuestión.

El experto internacional

Escuché esta historia en diversos lugares, atribuida a diferentes personas, por lo que sospecho que cualquier parecido con la realidad ha de ser mera coincidencia.
He aquí la versión que recibí en la Dominicana.
Piaban los niños y los pollitos alrededor de doña María de las Mercedes, que cloqueando arrojaba granos de maíz a sus gallinas. En eso estaba ella, aquel día como todos los días, cuando un automóvil emergió, resplandeciente, desde una nube de polvo en el camino que venía de Santo Domingo.
Un señor de traje y corbata, maletín en mano, le preguntó:
-Si yo le digo, exactamente, cuántas gallinas tiene, ¿usted me da una?
Ella hizo una mueca.
Y acto seguido él encendió su computadora Pentium IV de l.5 GB, activó el GPS, se conectó por teléfono celular con el sistema de fotos satelitales y puso en funcionamiento el contador de pixels:
-Usted tiene ciento treinta y dos gallinas.
Y atrapó una y la apretó entre los brazos.
Entonces, doña María de las Mercedes Holmes le preguntó:-Si yo le digo en qué trabaja usted, ¿me devuelve la gallina?
El hizo una mueca.
Y ella dijo:
-Usted es un experto de una organización internacional.
Recuperó su gallina y explicó que era fácil, cualquiera se daba cuenta:
-Usted vino sin que nadie lo llamara, se metió en mi gallinero sin pedir permiso, me dijo algo que yo ya sabía y me cobró por eso.

Costumbres

Un candidato de las fuerzas de izquierda llegó al pueblo de San Ignacio, en Honduras, durante la campaña electoral de 1997.
El orador trepó a la escalera que hacía las veces de estrado y ante el escaso público proclamó que la izquierda no soborna al pueblo, no vende favores a cambio de votos:
-¡Nosotros no damos comida! ¡No damos empleos! ¡No damos dinero!
-¿Y qué mierda dan, entonces? -preguntó un borrachito, recién despertado de su siesta bajo un árbol de la plaza.

Tradiciones

La palabra y el acto no se habían encontrado nunca.
Cuando la palabra decía sí, el acto hacía no.
Cuando la palabra decía no, el acto hacía sí.
Cuando la palabra decía más o menos, el acto hacía menos o más.
Un día, la palabra y el acto se cruzaron en la calle.
Como no se conocían, no se reconocieron.
Como no se reconocieron, no se saludaron.

Rumbos

Andaba yo perdido en las calles de Cádiz, por obra y gracia de mi agudo sentido de la desorientación, cuando un buen hombre me salvó.
El me indicó cómo llegar al mercado viejo, y a cualquier otro destino en los caminos del mundo:
-Tú haz lo que la calle te diga.

Tu continuidad

Esos días oscuros, donde esperando
una lluvia que no vino,
y unos besos que se fueron
entre lagrimas y penas
entre sábanas de hospital.

Y de mi egoismo,
que te quería cerca
brotaron mis palabras
de bilis iriente,
de triste bronca.

Necesitaba de nuevo
tu perfume en mi piel.
Vos sabés que sin él
el sosiego nunca me atraparía.

Y esos ojos,
que me miren,
que se abran a mi.
Y que tu continuidad me alcance.

Tu continuidad que emociona
tu fluir que me invita
a sumergirme
y a ahogarme la boca,
en tu río
para finalmente pronunciar las palabras,
que nunca he dicho,
que nunca esperas oir,
pero que desde siempre morí por decirte.

Depeche Mode – Entrevista

Una entrevista a Andy Fletcher de Suplento “Sí” de Clarín.

“Es una ópera de dolor”

El miembro fundador de Depeche Mode habla del nuevo disco y los 25 años en la ruta. ¿Llegarán a Buenos Aires?

Terminó la turbulencia, las puñaladas por la espalda. Se acabó eso de tomar a los fans de la banda como rehenes. Cuatro años después de la salida de Exciter, Depeche Mode vuelve. Parecen remontarla desde el más allá en otra historia de redención del rock: las últimas noticias eran que sus músicos chapoteaban en la depresión (Andy Fletcher), las sobredosis (Dave Gahan) o, sencillamente, una pileta de lujo en California (Martin Gore, que de paso, flotaba en las mieles del divorcio reciente). Y, justo antes de atomizarse, lanzan Playing the Angel. Este álbum parece conectar su historia con el momento, hace ya 25 años, en el que querían meterle sangre (sudor y lágrimas) a las máquinas. La novedad es el regreso a las guitarras, los sintetizadores paleontológicos y Dave Gahan como letrista en varias canciones, cortando la hegemonía de Gore.

Andy Fletcher, el más alto de los DM, no está de buen humor al comenzar la charla (“estamos ensayando ahora mismo, es algo que te destroza los nervios”). Pero enseguida, se arenga al hablar del disco que todos señalan como lo mejor que hicieron en los últimos diez años.

—¿Cuál fue la mayor dificultad para hacer este disco?

—Al principio, vivíamos muy pegados. Ahora la dificultad es que tenemos vidas más complicadas. Familia e hijos. Lo que hicimos fue dividir el tiempo: grabamos un tercio del álbum en un estudio en Santa Barbara, otro en Nueva York y otro en Londres, donde yo vivo. No es difícil porque nos conocemos muy bien.

—Hace poco dijiste que quizás harían muchos más discos con Depeche pero, ¿te imaginás seguir otros 25 años?

—Mirá, hay bandas, como los Rolling Stones… Sus integrantes tienen ahora más de 60 años. Cuando yo tenga 63, espero ser abuelo. Ahora estamos contentos, empezamos la gira. Pero en este oficio nunca se sabe. En 1980 no podía imaginarme que, 25 años más tarde, estaría dando una entrevista a un periodista de la Argentina. A lo mejor, dentro de diez años, estaré trabajando en un supermercado.

—La pregunta del millón (de fans): ¿cuándo vienen a la Argentina?

—Recién empezamos la gira en los Estados Unidos. Luego iremos a Europa y tenemos planeado girar la mayor parte del 2006.

Esta semana, hubo doblete en el Madison Square Garden, en Nueva York. Y tienen confirmadas fechas hasta agosto. ¿Llegarán para los festivales de primavera? Andy ya probó cuando tocó en el Personal Fest ’04 ¡como dj! “Es increíble cuando vas al otro lado del mundo y te encontrás con semejante devoción de tus fans, y sólo estás actuando como dj. Da un poco de miedo”. Bueno, Andy: ¿vienen o no? “Hay muchas posibilidades de que giremos por Sudamérica. No vamos juntos por allá desde Songs of Faith and Devotion. Ya hace mucho tiempo”.

En realidad fue el Exotic Tour el que los trajo a Vélez Sarsfield, en 1994. Pero sí fue el Devotional Tour la gira que casi liquida a Depeche Mode. Salieron de tour con un psicólogo y un dealer y en la mitad despidieron al psicólogo. Cuando se reunieron para grabar ese disco (después de romper todos los récords con Violator, 1990), habían pasado dos años desde el excesivo World Violation Tour. Dave Gahan, el que más golpeado quedó, se fue a vivir a Los Angeles y (se) curtió con la escena de Seattle, mientras sus tres compañeros (aún estaba Alan Wilder) seguían con su vida familiar en Londres.

Cuando se reencontraron, sus compañeros no lo podían creer: era una copia mala de un rocker californiano, con un nuevo hobbie letal: la heroína. Wilder se bajó, Gore se cortó solo y Gahan empezó a reconstruirse (y probó como solista con Paper Monsters). La banda, a punto de partirse en mil pedazos, resistió.

Cuando barajaban nombres para este disco, Martin Gore bromeaba con que el nombre del disco podía ser “pain and suffering in various tempos”, porque en estos 25 años toda la carrera se había construido en ese eje. Algunos creen leer ahí la pipa de la paz entre Gore y Gahan.

—¿Y qué significa para vos esa frase?

—Nos gusta poner esas cositas. Las canciones van a una velocidad diferente. Todas hablan sobre el dolor y el sufrimiento individuales y personales en variados ritmos, como una ópera.

—Cuando no están de gira o en el estudio, ¿siguen en contacto?

—Con Martin somos muy amigos. Muchos de sus amigos son míos. Pero Dave tiene un grupo distinto de amigos. No hablo tanto con él como con Martin…

—¿Cómo es el concierto que podría traerlos a Buenos Aires?

—Tenemos un buen diseño de escenario, de Anton Corbijn (el fotógrafo holandés que cambió el estilo visual del grupo). Lo que mostramos es una visión multimedia fantástica. Bah, nunca lo vi porque estoy ahí arriba.

ELECCIONES EN CHILE

Una nota de Torcuato Di Tella en la Revista Debate. Para debatir.
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Un socialismo para el siglo XXI

Sobre la base de un repaso de la historia del socialismo trasandino, con la trágica experiencia de Salvador Allende, el autor plantea la importancia de las elecciones presidenciales del próximo domingo en Chile para la evolución del modelo del socialismo democrático en la región.

Por Torcuato Di Tella

La próxima elección presidencial en Chile es esencial, por dos razones. Una es que se sabrá si continúa el actual gobierno de la Concertación, que es una alianza entre socialistas, democristianos y radicales. La otra es que robustecerá la experiencia política y la evolución ideológica del socialismo trasandino, uno de los más aggiornados del continente, y posible modelo para muchos otros, empezando por el uruguayo del Frente Amplio y el brasileño del Partido de los Trabajadores de Lula, y siguiendo por nada imposibles revisiones de orientación desde la Venezuela de Hugo Chávez hasta una Bolivia gobernada por Evo Morales.
A estos dos últimos hay que darles tiempo para que eso ocurra, aunque no necesariamente tanto como el que le llevó a la izquierda chilena recuperarse de sus fantasías ideológicas de los años setenta.

Lo que ocurre es que en esa época todavía podía tener algún influjo el modelo cubano, y formarse algunas esperanzas sobre liberalización en la Unión Soviética y en Europa Oriental, o aún en una China supuestamente más “popular” que la burocrática Rusia.
Al socialismo chileno le costó mucho entender lo que pasaba en esas partes del mundo, pero al final lo logró, y se dio cuenta de que de ninguna manera podía tomar como fuentes de inspiración esas experiencias.

Su situación fue particularmente central, porque a diferencia de otros movimientos populares había llegado por las urnas al gobierno, y desperdició esa gran ocasión de hacer reformas sociales, las cuales habrían necesitado, claro está, de algunos aliados moderados, puesto que Salvador Allende ganó con sólo un 37 por ciento de los votos, apenas un par de puntos por encima del candidato de la derecha, Jorge Alessandri.
Se ilusionaron con una “vía chilena al socialismo”, despreciando la alternativa socialdemócrata, basada, tam¬bién ella, en una larga experiencia de los movimientos populares europeos, y una revisión de los resultados de varios episodios revolucionarios, como la fracasada intentona alemana de 1918, por no hablar de la cercanía a lo que pasaba del otro lado del río Elba.
En eso gozaban de una mejor perspectiva que la que podían tener los latinoamericanos, para quienes todo eso era algo lejano y fácilmente mitificable.

Aunque parezca paradójico, la actitud básica de la intelectualidad socialista chilena de hoy (excepto el pequeño grupo filo comunista o afiliado al PC) es más congruente con las teorías de su clásico mentor Karl Marx que lo que se daba en los entusiasmos de 1970, más orien-tados hacia el leninismo o el fidelismo que hacia las doctrinas del pensador alemán. Esto es porque la base de la teoría marxista es la adaptación a las fuerzas reales del capitalismo, para usar los elementos que se generan en su propio seno para cambiarlo.
Este es el meollo de la teoría, y lo que la diferencia de las varias salidas utópicas, empezando por la de Lenin y siguiendo por las de Fidel Castro o el Che Guevara.
Llamo a éstas utópicas, no porque no puedan tener éxito en llegar al gobierno y realizar profundos cambios, sino porque esos cambios resultan bien diferentes de lo que se proponían. Pero eso solo no sería grave, porque es parte de la condición humana, y más aún de la política, el no poder realizar lo que uno desea, ante los obstáculos que interpone la realidad.
Lo grave es que los sistemas que se crearon con esas teorías “utópicas” han resultado opuestos a sus valores iniciales, y violadores de los más elementales derechos humanos, a pesar de contar con algunos logros. Aparte de que las primeras víctimas del monstruo creado fueron muchos de los militantes que lucharon por crearlo.

Para los chilenos todo esto no era simple teoría, era el resultado de un análisis frío, aunque no por ello desa-pasionado, de sus propios errores. Porque hubiera sido demasiado fácil negarse a admitir errores, y simplemente dar la culpa de lo ocurrido a los militares y a la derecha.
Estos tienen por supuesto muchas culpas, pero la acción política no consiste en repartir culpas, sino en obtener resultados positivos. Una de las etapas de estas reconsideraciones quedó documentada en una importante publicación, en dos tomos, de 1991, basada en reuniones, artículos y debates realizados durante muchos años, Socialismo: diez años de renovación, Ediciones del Ornitorrin¬co, compilada por Ricardo Núñez, que vale la pena revisar (se la consigue en Buenos Aires).

Pero volvamos al concepto de “adaptarse a la realidad”, al que me referí antes, y al que considero el gran aporte que, dentro de la izquierda, hizo Marx. “Adaptarse” es por cierto un concepto peligroso, pero la realidad es la que es peligrosa, no la teoría, y hay que saber operar dentro de ella.

Es bien sabido que el Manifiesto Comunista, leído en alguna de sus partes, puede parecer un Manifiesto Capitalista, por las loas hechas a ese sistema de producción.
Las críticas eran y son obvias, pero el aporte de Marx fue que, en vez de simplemente condenar a ese sistema, había que usar las fuerzas que él mismo generaba, para voltearlo.
Algo así como las técnicas de lucha oriental, que buscan derribar al adversario con su propio envión.
La verdad es que si uno tiene valores socialistas o algo que se le parezca, la fuerza del adversario no puede menos que aparecer como realmente impresionante.
Es como para pensar que no es posible voltearlo.
Donde se lo ha derribado -con buenos o malos resultados- es donde ese sistema capitalista era débil, o sea en países de la Periferia, empezando por Rusia, China, y varios otros, en general bastante más subdesarrollados que los del Cono Sur o incluso, hoy día, Brasil o México (aunque éstos tienen, por su heterogeneidad geográfica interna, una bomba que bien podría explotar). Más claramente explosivos son Bolivia, Perú o Ecuador, y varios en América Central y el Caribe, pero nosotros no estamos en ese grupo.

El ejemplo más cercano (aunque todavía algo lejano para nuestra condición) es el de la socialdemocracia, que no es simplemente una opción ideológica más, como tantas otras, sino el resultado de la experiencia de muy numerosas cohortes de diversos orígenes (laboristas pragmáticas a la inglesa, socialdemócratas en el sentido estricto de la palabra a la alemana, o comunistas a la italiana).

A esas cohortes se han sumado varias otras en América latina, aunque con apoyos sociales algo diversos, como el Aprismo peruano (que está resurgiendo de su crisis) o Liberación Nacional de Costa Rica, e incluyendo algunas en terapia intensiva, si es que salen del hospital, como Acción Democrática en Venezuela o el Movimiento Nacionalista Revolucionario en Bolivia.

A esta lista, entre los que están vivitos y coleando, se podría agregar el peronismo, pero por ahora no quiero insistir en ese tema, aunque es obvio que está en lista de espera.

Pero volvamos otra vez al tema de usar al capitalismo para subvertirlo. Marx, desde ya, se equivocó en cuanto a la fuerza de ese capitalismo. Aunque él era capaz de hacer discursos de barricada, o de asamblea de militantes, de hecho no creía que la solución era estimular el entusiasmo revolucionario.
Ese entusiasmo vendría solo, por la simple acumulación de contradicciones, miseria y desastres generados por las crisis capitalistas, incluida alguna guerra. Pero ahí se equivocó, en cuanto a su evaluación de la magnitud de esas crisis.
Porque, por grandes que ellas hayan sido, en general no fueron suficientes para derrocar al sistema, salvo, como vimos antes, en los países en que él era muy débil. Si no se lo puede derribar, entonces, hay que convivir con él, e incluso no entorpecer su funcionamiento.

Porque la lucha popular, aunque incapaz de derribar al sistema, puede entorpecer su funcionamiento, y eso no es bueno, salvo que estemos en la recta final hacia la revolución, que por lo visto no está en la orden del día. Así, entonces, el socialismo está condenado simplemente a “administrar el capitalismo”, por lo menos dentro de nuestro previsible panorama histórico.

Dicho sea de paso, ésa es la conclusión a que han llegado los chinos, que, desde ya, se han pasado de la línea, pero ése es otro tema. El problema, entre nosotros, es a qué tipo de capitalismo hay que “administrar”. Hay varios tipos, principalmente, hoy día, por un lado el más globalizado, entusiasmado con el ALCA; y por el otro el más autonomista, que busca integración en áreas regionales culturalmente congruentes, como el Mercosur. Chile, por su sistema productivo, siendo como es un gran exportador de minerales, maderas y pesca, o sea el equivalente andino de la Argentina de los ganados y las mieses, está en el grupo globalizado, abierto a los vientos del comercio internacional, con pocas salvaguardas locales.

Con el tiempo se va a dar cuenta de que con eso no basta, pero en ese entonces, que todavía está lejos, habrá que ver qué se hace.

Los Tigres Asiáticos están del lado de la mayor intervención estatista, uso de subsidios, y de protección arancelaria, todo lo cual no impide sino que más bien estimula la vinculación al mundo, mediante un intercambio controlado para el cual crea antes una base local sólida.
Estados Unidos y Europa, a pesar de su fraseología librecambista, para uso externo, de hecho también están en la orientación dirigista, gústeles o no a sus teóricos y a quienes leen los suplementos económicos de gran parte de nuestra prensa, aunque prediquen lo contrario en los foros mundiales.

Y, ante la presión de su propia población, lo más probable es que se encaminen cada vez más en el sentido intervencionista, como única manera de salir de la trampa económica en que están, sobre todo Estados Unidos, con sus incontrolables déficits comerciales y fiscales. Uno de estos días el FMI los va a agarrar, pero en ese caso el que se va a caer es el FMI y todas las teorías mal llamadas “ortodoxas”.

Dentro de este panorama, un gobierno de la Concertación, con predominio socialista sumado a democristianos progresistas (como los italianos de Romano Prodi) tiene que optar por operar dentro del sistema existente, reformarlo desde adentro, y eventualmente hacerlo cambiar de modelo, o sea pasar del aperturista al intervencionista, lo que sería deseable, entre otros motivos porque le ayuda a integrarse a la región.

Pero esto no es fácil, y de hecho no va a ocurrir en el corto plazo, porque lo importante es administrar bien la máquina, y evitar que descarrile en el cambio de vía. A la larga es otra cosa, y para eso habrá que prepararse.

Mientras tanto, lo que se puede esperar de una Michelle Bachelet presidenta es que administre bien el sistema, que cobre impuestos adecuados, y que luego use esos recursos extraídos de la gallina de los huevos de oro para hacer más vivible la horrorosa sociedad que habitamos en esta parte del mundo.

Darkness – Lord Byron

I had a dream, which was not all a dream.
The bright sun was extinguish’d, and the stars
Did wander darkling in the eternal space,
Rayless, and pathless, and the icy earth
Swung blind and blackening in the moonless air;
Morn came, and went and came, and brought no day,
And men forgot their passions in the dread
Of this desolation; and all hearts
Were chill’d into a selfish prayer for light:
And they did live by watchfires – and the thrones,
The palaces of crowned kings, the huts,
The habitations of all things which dwell,
Were burnt for beacons; cities were consumed,
And men were gathered round their blazing homes
To look once more into each other’s face;
Happy were those who dwelt within the eye
Of the volcanos, and their mountain-torch:
A fearful hope was all the world contain’d;
Forest were set on fire but hour by hour
They fell and faded and the crackling trunks
Extinguish’d with a crash and all was black.
The brows of men by the despairing light
Wore an unearthly aspect, as by fits
The flashes fell upon them; some lay down
And hid their eyes and wept; and some did rest
Their chins upon their clenched hands, and smiled;
And others hurried to and fro, and fed
Their funeral piles with fuel, and looked up
With mad disquietude on the dull sky,
The pall of a past world; and then again
With curses cast them down upon the dust,
And gnash’d their teeth and howl’d: the wild birds shriek’d,
And, terrified, did flutter on the ground,
And flap their useless wings; the wildest brutes
Came tame and tremolous; and vipers crawl’d
And twined themselves among the multitude,
Hissing, but stingless, they were slain for food:
And War, which for a moment was no more,
Did glut himself again; a meal was bought
With blood, and each sate sullenly apart
Gorging himself in gloom: no love was left;
All earth was but one thought and that was death,
Immediate and inglorious; and the pang
Of famine fed upon all entrails men
Died, and their bones were tombless as their flesh;
The meagre by the meagre were devoured,
Even dogs assail’d their masters, all save one,
And he was faithful to a corpse, and kept
The birds and beasts and famish’d men at bay,
Till hunger clung them, or the dropping dead
Lured their lank jaws; himself sought out no food,
But with a piteous and perpetual moan
And a quick desolate cry, licking the hand
Which answered not with a caress, he died.
The crowd was famish’d by degrees; but two
Of an enormous city did survive, And they were enemies;
They met beside
The dying embers of an altar-place
Where had been heap’d a mass of holy things
For an unholy usage; they raked up,
And shivering scraped with their cold skeleton hands
The feeble ashes, and their feeble breath

Blew for a little life, and made a flame
Wich was a mockery; then they lifted up
Their eyes as it grew lighter, and
Each other’s aspects. saw, and shriek’d, and died, beheld
Even of their mutual hideousness they died,
Unknowing who he was upon whose brow
Famine had written Fiend. The world was void,
The populous and the powerful was a lump,
Seasonless, herbless, treeless, manless, lifeless,
A lump of death, a chaos of hard clay.
The rivers, lakes, and ocean stood still,
And nothing stirred within their silent depths;
Ships sailorless lay rotting on the sea,
And their masts fell down piecemeal; as they dropp’d
They slept on the abyss without a surge
The waves were dead; the tides were in their grave,
The moon their mistress had expired before;
The winds were withered in the stagnant air,
And the clouds perish’d; Darkness had no need
Of aid from them. She was the universe.